viernes, 20 de septiembre de 2013

Nos tomamos el palo a wordpress



Muchachos, después de casi cinco años rompiendo los huevos por la blogósfera oficial, nos trasladamos al lado más customizable de la cuestión. Nos pueden hallar en http://tinterodenicotina.wordpress.com/ . Este blog y el resto va a quedar en pie durante un buen tiempo,cuando se haya terminado la migración como corresponde.

Sepan disculpar las molestias ocasionadas,

Negro

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Libre consumo / Yo lo hago porque todos lo hacen

Paseando por vitrinas de varias librerías me topé con lo que esperaba; la esfera consumista había reducido grandes rasgos y ejercía su ventriloquía a través de títulos que resonaban efímeros; libros producidos a nivel industrial, en una masa crítica abismal, aparecían sin realmente decir mucho. Gran parte del escaparate estaba ocupado por titulares con un contenido politizado no alarmante, pero sí preocupante; producto de la polaridad adversa en la que vivimos, pude observar varios títulos con palabras como Cámpora, década, kirchnerismo, historia, oculta, dictadura, represión, que se vayan todos. También convivían parodias; la Argentina Zombie de Saracino, por ejemplo, producto ambivalente del oportunismo industrial. Condimentaban como siempre los paralelos del foco principal de atención los fascículos de cocina, jardinería o feng shui, una novela anunciada con demasiada pompa para lo que realmente es (como la última de J.K. Rowling, por ejemplo) y un breve devaneo por lo que se conoce como "literatura para adolescentes" (y realmente me dio asco leer los títulos o ver las portadas); dramas adolescentes enmascarados en vampiros de botox, brujas con almidón y un poquito de histeriqueo con un título que lamento no haber anotado, pero que rezaba algo como "Ella te mirará si te transformas", o algo así (y obviamente en la tapa había un licántropo afeitado y acicalado mirando una chica sumamente atractiva, nada de hiperrealismo ni mucho menos de romper el estereotipo). Como frutilla del postre, el fenómeno fanfiquero en que se transformó 50 Sombras de Grey (libro que no he leído pero que parece estar sobrevalorado) y unos seis o siete títulos orbitándole alrededor surgidos, una vez más, de haberles endulzado el pico al nicho consumidor; "Atame y verás", "Violencia sutil", "Menesteres de un adicto al pelo" y cosas así.

Estos títulos que les traigo aquí, satirizados en su mayoría, me sumieron en un inevitable orgullo de hacer, escribir y producir autónomamente lo que estoy haciendo ahora, además de volver a quedar estupefacto con el concepto de estereotipo, el lector pre-armado y la masa como langosta que consume. "Cuando los diarios del pueblo no dicen la verdad, las paredes hablan", reza el proverbio, que encuentro muy cierto en tanto y en cuanto no me resulta idiota ver, leer y decodificar las pintadas que adornan la ciudad. Hay mucha más honestidad, mucho más arte y, lo más importante, mucha más autenticidad en la pintada que grita "CHAU ROJO, TRAE ALFAJORES" que en cualquiera de estos libros inmundos que ejercen el poder masificante y hacen a la pérdida de la integridad o a un juicio interno relativamente parejo.

No voy a hablar del arte urbano de mi ciudad; ya tiene sus biógrafos y sus actores y lo hace muy bien. Tampoco voy a hablar en contra de la industrialización de la literatura; mis libros ya lo hacen por el simple hecho de existir. Sí voy a hablar del tema de fondo, una cosa que me viene picando y rompiendo un poco (bastante) las bolas. Y es este entredicho, el entrevero del devenir de la masa: "Yo lo hago porque todos lo hacen".

Los fenómenos de la cultura de masas son fascinantes. En este mismo momento, si estás leyendo esto es porque pertenecés o sos un pequeño actor social de la colosal máquina cultural masiva que es internet; no me gusta mear contra el viento, por lo que reconozco que es excelente que exista el concepto de colectivo, de masa, de identidad, de comunidad. Es buenísimo porque tampoco creo que los hombres sean islas; lo que si creo es que el problema (si es tal) se da cuando se echa nafta y gasoil con plomo al estereotipo, que debería servir como guía y no como firma. El estereotipo, sea cual sea y en cualquier orden de la vida, es eso nomás; una maqueta, un modelo, una referencia. De no tener estereotipos preestablecidos gran parte del laburo que conlleva forjar una personalidad y un yo nos demandaría muchísimo tiempo y esfuerzo. Pero el canon es defenestrable cuando se transforma en eso: en un dogma, en un dispositivo hermético donde el objetivo no es diferenciarse, sino disolverse dentro de la masa.

Gracias a la Máquina, todo bicho que camina va a parar al asador, y de ahí viene el despotrique a cualquier persona que, como yo, aborrezca las instituciones: te dicen que leer, que comer, cómo cagar, cómo garchar, qué es lo bonito y qué es lo feo. Lo que generalmente no se cuestiona termina transformándose en un enemigo muy próximo, porque vos mismo le diste de morfar. Cuando es cuestión de forjarse, de volver a convertirse en uno mismo y definir (o por lo menos orientar) hacia dónde vamos a encarar, la cosa se pone brava por dos motivos:

-Estás haciendo algo que nadie, jamás, hizo nunca. Estás haciendo historia subjetiva y objetivamente, porque ningún ser humano antes estuvo en tus zapatos de la manera en que vos estás; sí, puede que existan casos similares de gente que hizo cosas así antes, pero no así, no eran vos, no les gustaba el helado de limón ni oler el olor a pasto. Ergo, no tenés una guía per sé, ni existe manual que te pueda decir qué decir o qué hacer. Lo quieras o no, estás improvisando a cada paso, y eso es buenísimo.
-Tenés encima el peso de, justamente, la cultura de masas, en donde si no consumís ni sos consumido no podés subsistir, por lo menos dentro de la urbe y la metrópoli preestablecida. Ergo, tenés que bajarte los lienzos a hacer cosas que puedan entrar dentro de los círculos de consumo (los hay más y menos permeables), o crearte un círculo propio desde el cual te consuman, pactando y prepactando miles de factores que pueden jugarte a favor o en contra.

Estamos en la era de las etiquetas, de los cánones, de las definiciones; estamos en una era donde, increíblemente, las redes sociales potencian o clarifican el fenómeno, donde nada escapa del calificativo "eso/s", concebido para definir lo indefinido.

Por eso es que un "PUTO" escrito con aerosol me parece mucho más honesto que un libro de vidriera. Por eso es que un músico callejero me resulta mucho más auténtico que una banda que hace covers de los Ramones. Por esto es que la historieta, los libros, los cuadros o cualquier producto del labor de un artista que no pertenece a los círculos de consumo precisamente porque no cabe dentro de los mismos son reales. Es mucho más corporeo un fanzine que la mejor edición de Drácula que puedas comprar.

No defenestro los cánones, ni el laburo del pasado; sí defenestro y denuncio la idolatría, el pensamiento extremista, el dogma ciego y tosco que insulta, guerra o desprecia simplemente por pertenecer a la masa y no por ímpetu propio.

Lean graffittis, vean historietas, contemplen cuadros y escuchen música. No coman todo lo que se les pone delante.